El conflicto armado de Colombia también es un problema de género Perspectiva desde el bien jurídico de la vida e integridad personal
El conflicto armado de Colombia también
es un problema de género
Perspectiva desde el
bien jurídico de la vida e integridad personal
Por: Mariana Turriago Laverde
Desde
el inicio del conflicto armado interno del País, las mujeres han jugado un papel
relevante, su participación ha sido activa desde el surgimiento de los grupos
armados en armas al margen de la ley. Incluso vale la pena resaltar su papel en
el nacimiento de las FARC, donde las mujeres campesinas buscaban junto a sus
familias defender el territorio. No obstante, en las últimas décadas se
permearon pensamientos e ideologías que modificaron el rol de las mujeres en la
guerra y su participación activa en los enfrentamientos, sin desfigurar por
completo su intervención tanto dentro de los grupos armados como civiles.
Así
las cosas, las mujeres son una parte activa del conflicto, sin embargo, el
problema de género inicia cuando sus cuerpos son usados como arma de guerra, el
Centro Nacional de Memoria Histórica en su investigación La guerra inscrita en el cuerpo recopila la historia de miles de
mujeres que sufrieron las terribles consecuencias de ser usadas como arma de
guerra y cómo su vida, libertad e integridad sexual se vieron afectadas desde
muy temprana edad.
Para
comprender mejor el asunto, es necesario reseñar el Código Penal Colombiano,
que trae consigo una serie de tipificaciones para los delitos que se enmarcan
dentro de la esfera de la violación, actos sexuales abusivos y el proxenetismo,
tipos penales que, a pesar de describir una gran serie de actuaciones, en
muchas ocasiones no vislumbran la realidad de las víctimas, vejámenes que no
sólo se limitan a afectar su libertad e integridad sexual, sino que además,
vulneran la vida y las libertades mínimas como mujeres.
Es
de aclarar, que estas actuaciones, dentro de las cuales se enmarcan, las
violaciones, el proxenetismo, el aborto sin consentimiento e incluso en caso no
tipificados por la ley penal, como lo es la decisión misma de planificar o
gestar, fueron perpetuadas no sólo por agentes al margen de la ley, sino
también por agentes gubernamentales.
“Los paramilitares son
responsables del 32,2 % de los
casos y las guerrillas del 31,5 %. A los
agentes del Estado se
les acusa de cometer 206 de estos
actos.” (Tomado de: https://colombia2020.elespectador.com/verdad-y-memoria/la-guerra-que-se-inscribio-en-el-cuerpo-de-las-mujeres La guerra que se inscribió en el cuerpo de
las mujeres. 20 de noviembre de 2017. Pilar
Cuartas Rodríguez)
Como
se observó con antelación, la situación de las mujeres en la guerra es
alarmante, pues se usan sus cuerpos como mecanismo de coacción, hacia grupos
específicos, por ejemplo, las violaciones a novias, cónyuges, hermanas o madres
de altos mandos, y también para silenciar las acciones de empoderamiento de las
mujeres, dirigidos principalmente a las líderes. Estas infracciones deben
detenerse en todo sentido, pues, los afectados en la mayoría de los casos
resultan ser civiles que no deben verse involucrados en el contexto de la
guerra y en otro de las situaciones, a pesar de que las mujeres pertenezcan a
los grupos alzados en armas al margen de la ley, e incluso en los mismos entes
gubernamentales, su libertad en todos los sentidos, incluyendo la sexual, no
debe verse afectada.
Conociendo
estos hechos y finiquitada una parte del conflicto armado del País, con la
firma del acuerdo de paz con las FARC y la creación de la Justicia Especial
para la Paz, es necesario que se analicen los derechos de las víctimas, entre
ellos a la verdad, justicia y reparación, desde una perspectiva de género y en
este sentido indagar el papel activo y pasivo de las mujeres en el desarrollo
del conflicto del País, su vinculación con la guerra y además la forma efectiva
de ser reconocidas como víctimas, teniendo en consideración las graves
afectaciones que han sufrido y la dificultad de muchas mujeres de denunciar,
primero, por ser infracciones que afectan su intimidad y segundo, por la
desconfianza hacia las mismas instituciones estatales y el desconocimiento de
estas últimas para proteger y evitar revictimizaciones en el tema, todo lo
anterior para que se obtenga una justicia rápida, eficiente y adecuada que
logren reconocer sus derechos y salvaguardarlos.
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